Cualquiera que revise la historia de Cuba a través de las estadísticas y del testimonio sincero de los que aún permanecen vivos, encontrará una discordancia abismal entre la realidad y la inercia informativa que ha establecido el gobierno que ha controlado todos los medios, por mas de cinco décadas en la Isla.
La mayor isla del Caribe y, en particular, la ciudad de la Habana, se transformaron desde tan temprano como el siglo XVII en un enclave geográfico privilegiado. El simple hecho de que próximo a las costas cubanas transitaran la mayoría de los barcos que iban y venían de Sur y Centroamérica y que buena parte de estos barcos hicieran tierra en lugares asequibles, contribuyó a que florecieran, a la par del mercado, un gran número de poblaciones, lideradas por la entonces ya cosmopolita, Villa de la Habana.
Esto permitió que la mayor isla del Caribe comenzara, desde muy temprano, a despuntar en una región, que entonces no estaba ni siquiera totalmente descubierta por las metrópolis del viejo mundo.
Siglos más tarde, cuando los territorios del Sur se liberaron del dominio español, ya Cuba se había convertido en una colonia próspera y la Habana era un enclave citadino relevante en toda el área.
“Hasta el último hombre y hasta la última peseta”, rezaba la consigna proclamada por el ministro de España, Antonio Cánovas del Castillo, en el momento en que la mayoría de las fuerzas militares españolas derrotadas en el Sur, se habían concentrado en los campos de Cuba para aniquilar la insurgencia mambisa. El lema del gobernante español explica por sí solo el desesperado intento de España por conservar su último enclave colonial en América.
Esta situación desproporcionada llevó la guerra a un nivel tal en el que ninguno de los contendientes podía derrotar al otro, y fue en esas circunstancias en las que el Congreso Norteamericano aprueba la joint resolution.
En Norteamérica los interesados en el conflicto podían separarse en dos grupos bien definidos: De un lado estaban los oportunistas que pretendían la anexión, del otro, los que de buena fe se empeñaban en detener el genocidio que Valeriano Gueyler había instituido, como parte de la desesperada estrategia por preservar la Isla a toda costa. Con la suma de ambas intenciones el congreso da luz verde al presidente McKinley para que autorizara al poderoso ejército del los Estados Unidos a completar el trabajo que los heroicos mambises habían llevado a muy buen punto.
La Guerra Hispano (cubana) Americana, obligó finalmente a España a firmar el Tratado de Paris y Cuba pasa a ser, por tres años, protectorado del Gobierno de los Estados Unidos. Estatus que culmina en el 1902 con la creación de la nueva República.
Pero el legado cultural de España y el apetito desmedido de poderosos sectores de adentro y de afuera del país, no permitieron que la estabilidad política y el desarrollo económico y social avanzaran con suficiente celeridad. No obstante, la primera mitad de siglo que empezaba fue una etapa de relativo privilegio para la Isla, porque a la mayor parte del mundo le fue peor. Caudillos, golpes de estado, guerras locales y un par de guerras mundiales formaron un escenario nada halagüeño para una época, en la que a Cuba a penas le toco un roce del abultado espectro de calamidades.
Desde esa verdad histórica resulta ingenuo asegurar que la Revolución Cubana fue el resultado de una larga etapa de miseria e injusticia. Lo que pasaba en la Isla era en realidad consecuencia de un grado de maduración incompleto de la democracia y del desarrollo social y económico, coherente, por cierto, con el momento histórico que vivía la humanidad. Y partiendo de que los problemas en casi todo el mundo eran mucho mas graves que en Cuba, la lógica indica que esa parte del mundo debía haber buscado la solución de esos problemas en una revolución socialista al estilo de la cubana. ¿Se imaginan?
Los argumentos para desmentir esta teoría de la decrepitud de la Isla hasta la década del cincuenta sobran : Diarios de la época, testimonios personales, estadísticas de organizaciones internacionales e imágines gráficas corroboran que esa Cuba imperfecta de ayer, ofrecía a sus ciudadanos un nivel de vida superior y derechos humanos mejor preservados que hoy en día.
En lo económico y lo social hay ejemplos contundentes. En Iberoamérica Cuba lideraba en número de médicos, con uno por cada 957 habitantes y en número de automóviles con uno por cada 38; también era puntera en cantidad de electrodomésticos por hogar y en porcentaje de viviendas electrificadas con el 82%, además de ser el país con más longitud de líneas férreas por km2.
Durante la década del 50 Cuba se situó entre el segundo y el tercer lugar en ingreso per cápita en Iberoamérica, llegando a superar a Italia y duplicando el ingresos de los españoles. Su economía, a pesar del pequeño número de habitantes, ocupo el lugar 38 a nivel mundial. Y el cubano de entonces solo se vio superado en consumo de calorías por Uruguay y en cantidad de cabezas de ganado vacuno por habitantes, por Argentina y Uruguay.
La Habana de los 50 era una ciudad de esplendor y se encontraba entre las principales capitales del mundo. Su limpio litoral, sus calles repletas de autos modernos y las altas y elegantes edificaciones con vista al mar la convertían en una urbe que querían visitar, lo mismo políticos reconocidos, figuras del arte y la farándula, como magnates que habían hecho su fortuna en la claridad del mercado o a la sombra de la cosa nostra.
En la Habana de entonces había 358 salas de cine, cantidad que no superaba ni Nueva York ni París, ciudades que ocupaban respectivamente el segundo y tercer lugar en ese aspecto. También fue la Habana la segunda ciudad en ofrecer proyecciones de cine en tercera dimensión y con sistemas multipantallas.
Recordemos que eran los tiempos en que Cuba puso a bailar al mundo con su inagotable caudal de figuras y agrupaciones. Benny Moré, Dámaso Pérez Prado, Celia Cruz, El Trió Matamoros, La Orquesta Aragón o La Orquesta Casino, son una ínfima representación de todo aquél talento que echó raíces en el gusto popular del continente e influyera en futuras tendencias de la música universal.
Eran, en fin, los tiempos en que, por mucho que la propaganda ideológica lo trate de ocultar, Cuba se distinguía como una plaza magnifica para visitar, invertir y vivir. No la Isla calamitosa de economía subsahariana y de derechos reprimidos que ahora mismo es.
La Cuba de ayer y La Cuba de hoy.